Cuando William Hogarth Main, Bill para los amigos, escogió la placa trasera y el ala de buceo como base para su minimalista configuración, sabía que para resolver los problemas a los que se enfrentaban en el buceo en cuevas, tenían que sacar el máximo provecho de lo que tenían e inventar lo que aún no existía.
La cosa no era nada fácil, teniendo en cuenta de donde venían.
Bi-botellas atadas al cuerpo con arneses, un solo regulador, sin sistema de flotabilidad, botellas de lejía vacías infladas para controlar la flotabilidad…
En aquel entonces los buceadores debían aletear sin parar y hacerlo tan rápido como fuera posible o iban directos al fondo. La cosa empeoraba cuando entraban en las cuevas, porque tocar el fondo limoso significaba quedarse sin visibilidad. Así que cogían una botella de Clorox vacía y las ataban a su equipo. al llenarla de aire floraban y hacía las veces de BCD.
Increíble, ¿verdad? Pero a veces los astros se alinean y de lo que en un principio parece un desastre total, surge algo increíble.
En este contexto nació el ala de buceo y con ella la placa trasera. Pero no nos adelantemos. Veamos primero el contenido de este artículo.