2.2. Cómo organizan su vida los buceadores nómadas
Pues que nos lo cuenten ellos.
Lucas, 34 años, freelance de UX y buceador nómada digital
“¿Qué cómo lo hago? Estableciendo prioridades claras y organizando mi tiempo. Mi mantra es: primero el café, luego el plan de buceo.
Me levanto, organizo mi jornada en Trello y dejo dos bloques libres para bucear. Si un día no puedo, los paso al siguiente, pero bucear es sagrado.
Soy nómada digital desde hace cinco años y descubrí que tener una rutina me salva la vida (y el Wi-Fi también). Si el lugar no tiene internet decente, ni me bajo del avión.”
María, 29 años, Instructora de buceo SDI, profesora de idiomas y viajera empedernida
“Empecé como buceadora nómada enseñando en centros de buceo de temporada.
Hoy combino cursos de idiomas online con inmersiones. En unos destinos yo soy la guía y en otros, dejo que me guíen.
Mi truco es llevar todo anotado: desde los vuelos hasta el mantenimiento del regulador.
Ah, y cambiar de sitio cada 4-6 meses. Ni antes, ni después.”
Cris, 36 años, influencer y buceadora viajera sin billete de vuelta
“Organización mental = equipo seco + mente tranquila.
Mantengo mi equipo de buceo impecable y mi habitación ordenada.
Suena básico, pero cuando viajas mucho, el caos externo se te mete dentro y el orden te da foco. Para todo lo demás… listas, listas y más listas.”
Sami y Lu, pareja de nómadas digitales y buceadores
“Lo nuestro fue amor entre burbujas y portátiles.
Organizamos nuestros días con horarios claros: mañanas de trabajo, tardes de buceo, noches de birras o Netflix.
Lo mejor: apoyarnos mutuamente cuando alguna conexión falla o nos agarra el síndrome del viajero solitario.
Como pareja de buceadores nómadas, tener red de apoyo y buena comunicación es clave.”
Joana, 38 años, bloguera de viajes y fan del slow diving
“Hay días en que el cuerpo pide descanso. Ser nómada digital no significa estar online 24/7.
Me obligo a desconectar, a leer a la sombra y a bucear solo por placer.
Aprendí que ser flexible es más valioso que cualquier seguro de viaje. Si llueve, trabajo más. Si hay mantarrayas, lo cambio todo.
Ser buceador nómada es vivir al ritmo del mar. Planificas, claro, pero siempre con margen para la aventura y el descanso.”